La vergüenza de ser pobre
Crecí en una familia pobre. Hasta los 9 años viví junto con mi familia en una vecindad llena de familias numerosas y de niños con los que jugaba y nos divertíamos corriendo e inventando juegos. Nuestra casa constaba de dos cuartos, que ocupábamos 9 personas en total: mis padres, mis 6 hermanos (3 hombres y 3 mujeres) y yo. En una cama matrimonial dormíamos las 4 mujeres, yo era la más pequeña. Los recursos eran escasos, aún así todos asistimos a escuelas públicas, y teníamos lo absolutamente necesario para nuestro desarrollo como comida, vestido y zapatos. Sin embargo, al visitar la casa de otras amiguitas de la escuela, me daba cuenta que tenían mejores condiciones económicas que yo, mejores y más muñecas y juguetes, casas grandes, cuartos para ellas solas, mejor vestimenta, etc. en su casa se respiraba un ambiente distendido, mientras que en el mío había cierta tensión implícita, quizá porque día tras día mi papá el proveedor tenía que buscar la manera de llevar el gasto para que mi mamá pudiera hacer de comer. Recuerdo que nuestra comida era muy sencilla, arroz y frijoles y los domingos barbacoa y refrescos era la comida "del domingo". Al estar en estas casas de mis amiguitas me sentía un poco inhibida, con un ligero sentimiento de inferioridad. Al crecer a pesar de que nuestra condición económica mejoro, supe de alguna manera que la pobreza se cargaba como un estigma y que era una forma de clasificar a los individuos entre los que tienen y los que no tienen, y por lo tanto entre los que son aceptados y los que no son aceptados socialmente. Alguna vez oí de mi hermana ante una experiencia vivida que había que cuidarse de la gente pobre, porque como no tienen pueden robarte o extorsionarte, que en los barrios pobres -de los cuales tengo amplio conocimiento pues la mayoría de mis amigos de secundaria vivían en ellos y yo los visitaba, sin mi madre apenas saber donde me metía-, proliferaba la drogadicción, la vagancia, la promiscuidad, la violencia intra-familiar, etc, pero también como lo pude constatar la expresión de quien no tienen nada que perder.
Como parte de mi "formación cultural" durante los primeros años de mi vida, también estaba aquella película mexicana que ensalzaba la pobreza: "Nosotros los pobres" con Pedro Infante, y donde se exponía como los pobres eran buenos y sufrían toda clase de tragedias y vejaciones por serlo, pero eran solidarios, creían/confiaban y se encomendaban a Dios y aceptaban su suerte con humildad, mientras que los ricos eran malvados, egoístas, codiciosos, convenencieros, y terminaban siempre mal y arrepentidos debido a su maldad y convertidos al amor de Dios y del prójimo. La apología de la pobreza, en su más ridícula y abyecta promoción del conformismo y la abnegación de un estatus dado por Dios mismo, desde el nacimiento, como algo natural, inherente al ser humano que nace bajo esa condición, frente a otros que tienen la suerte o maldición de nacer ricos.
Me perdono a mi misma por aceptar y permitir clasificar a los seres humanos por su condición económica entre aceptados y no aceptados socialmente.
Me perdono a mi misma por aceptar y permitir sentirme inferior de aquellas personas que tenían más y mejores cosas que yo
Me perdono a mi misma por aceptar y permitir sentirme avergonzada de ser pobre y por lo tanto no estar en las mismas condiciones dentro del estatus social que las demás personas que considere en mejores condiciones económicas.
Me perdono a mi misma por hacer de la condición de la pobreza una apología que situaba a los pobres como más buenos, más felices, más honrados y con el camino seguro al cielo, en contraposición con los ricos que eran intrínsecamente malos, infelices, mezquinos, condenados a la soledad pues debido a su condición no podían tener gente sincera a su alrededor, sino gente que estaba con ellos por interés.
Me perdono a mi misma por aceptar y permitir valorarme a mi misma a partir de tener o no tener dinero.
Me perdono a mi misma por aceptar y permitir clasificar a las personas como inferiores o superiores a partir de tener o no tener dinero
Me perdono a mi misma por aceptar y permitir compararme con las personas y sentirme en desventaja frente a ellas por el hecho de tener o no tener cosas que claramente expongan mi condición económica como tener o no tener un automóvil, viajar, una buena casa, etc.
Me perdono a mi misma por aceptar y permitir creer que los pobres son indignos de confianza, y que hay que temerles por que siempre están dispuestos a robarle al que tiene por derecho propio
Me perdono a mi misma por aceptar y permitir creer que los pobres son inferiores, indignos, subordinados, ignorantes, indígenas, y que se puede abusar de ellos como si de esclavos se tratara, teniendo que realizar éstos siempre los trabajos más desagradables, mas extenuantes, más abyectos, para que los que tienen puedan dedicarse a los trabajos más delicados, profesionales, mejor pagados, etc.
Me perdono a mi misma por aceptar y permitir pensar/creer que la pobreza es algo natural e inherente a una clase de personas que nacen bajo este sino por obra de dios, y no del hombre
Me perdono a mi misma por aceptar y permitir creer/pensar que hay gente que se merece ser pobre o rica según sus méritos propios, o por el karma/la estrella bajo el cual han nacido. .
Me perdono a mi misma por aceptar y permitir que las personas más pobres tienen característica físicas no agraciadas dadas por su color de piel, su raza, su educación, etc, mientras que las personas de clase media y ricas son por lo general blancas, rubias, con estilo, elegantes y distinguidas, seguras de sí mismas, mientras que los pobres siempre son humildes, subordinados
Me perdono a mi misma por aceptar y permitir que los humanos sean clasificados por su condición económica creando separación, abuso, crueldad y abismo entre los que tienen y los que no tienen.
Me comprometo a mi misma a parar dentro de mi todo sentimiento de inferioridad, separación y vergüenza por una falsa idea promovida por el sistema de conciencia de la mente que clasifica la vida de los seres humanos como mejores o peores según su condición económica.
Me comprometo a mi misma a apoyar un sistema económico igualitario que permita a cada ser humano desarrollarse en igualdad de circunstancias desde su infancia hasta la vejez.
Me comprometo a mi misma a no seguir alimentando al sistema de conciencia mental a partir de juzgar a las personas por cuanto dinero tienen o no tienen, por su vestimenta, por su imagen, por sus propiedades, por sus gustos refinados o "nacos", por sus rasgos étnicos, etc.
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